martes, 11 de enero de 2011

K


Cada vez que la conversación con algún amigo me lleva al tema de mi niñez, crianza o preadolescencia la primera persona que viene a mi mente es ella. Si tuvieron la oportunidad de ver “Forrest Gump”, genial porque es referencia obligada, sino veánla y entenderán, además que es tremenda historia contada con una excelente película; ganó 6 Premios Oscar! incluyendo mejor película. A lo que voy, es que si yo fuera Forrest sin lugar a dudas ella sería mi Jenny, como dice el protagonista: “eramos como pan y mantequilla”.


Su nombre es K y los primeros 10 años de mi vida pasaron junto a ella literalmente, porque solía vivir justo al lado de mi casa de crianza. En la urbanización en que vivíamos las casas son apareadas (están pegadas) y para resumir un poco ese tiempo juntos, voy a describir las primeras 5 cosas que recuerdo cuando pienso en ella:


1) Su interminable colección de muñecas Barbie. Cuando supe qué era la mitosis no dude en concluir que esa debió ser la manera en que esas muñecas se reproducían, eso o el par de Kens que coexistían entre ese arem de plástico eran unos sementales. Sinceramente la última vez que entré a su cuarto fue hace tanto tiempo que no recuerdo cuál fue su marca pero probablemente llegaría a las 200, y debieron ser más si contamos las otras muñecas que no eran Barbies pero que también estaban en la colección. Creo que habían muñecas que para ese entonces eran hasta más grandes que yo.


2) El pesebre de concurso que hacía su abuela y la comida de su mamá. Dos cosas que no tienen descripción en este escrito porque sino los mantendría leyendo por más tiempo del que en realidad tienen. Usaré un adjetivo para cada uno respectivamente, obvio, el que envuelva de mejor manera a cada cosa: GIGANTE y MEJOR QUE LA DE MI MAMA. Si, si, lo último no es un sólo adjetivo pero se lo merece, no es que mi mamá cocine mal pero más de una vez preferí irme a casa de K a comer algo distinto y... mejor xD.


3) Las incontables tardes enteras hablando por la ventana. Como les dije, mi casa comparte una pared con la de K, incluyendo el jardín, sólo que la de este último era la mitad de alta. La diferencia es que mi padre optó por usar parte del jardín para incluirlo a la sala y hacer que se viera más grande y ventilada. Esto resultó en que la ventana en la planta baja de mi casa (son casas de 2 plantas) dejara un espacio pequeño abierto por encima de la pared que delimitaba nuestros jardines y en consecuencia si te montabas en la ventana podías ver hasta el porsche de la casa de K. Como yo era un niño cabía fácilmente en la ventana, ella se montaba en un pipote en su jardín o en una silla y la verdad tampoco recuerdo si la idea fue mía o de ella pero creánme que duró. Por un tiempo, mi rutina diaria era llegar del colegio, almorzar y montarme en la ventana a esperar a que K terminara de comer para contarnos nuestro día y hablar muuucha paja, jugar y casi que hasta hacer tarea. En vez de casa en el árbol o escondite secreto, teníamos la ventana.


4) Su risa. Debo confesar con mucha pena que después de tanto tiempo, en una de esas que me vino a la mente su recuerdo, me di cuenta que me costaba recordar su rostro, pero lo que nunca se borrará de mi mente es el sonido de sus carcajadas. Con K jugué cualquier cantidad de juegos, probablemente todos los que conocí hasta mis 10 años y pasar tanto, tanto, TANTO, tiempo juntos garantizó que la escuchara reír tantas veces, que el número que tendría que usar para contabilizarlas es simplemente una variable que tiende al infinito. La mejor manera en que puedo describir su risa es hacerlos imaginar a ustedes mismos con un globo muy inflado en la mano y una aguja en la otra. Acerquen la punta de la aguja hasta algún lado del globo hasta que atraviese el látex. En el ejercicio de su imaginación ahora reemplacen el sonido del globo explotándose con toda la felicidad que puedan y luego añádanle un toque de sorpresa y otro de ternura pueril. Esa es la risa que recuerdo =).


5) Su aroma. Comprenderán que un niño de 10 años o menos no se anda fijando en este tipo de cosas, es más, dense cuenta (por lo menos los que son contemporáneos conmigo) que uno a esa edad, sino las aborrecía, mínimo le parecía que las niñas eran nulas. Eran niños con cabello largo y que se vestían distinto. Los pongo a pensar en eso para que tengan una idea de lo bien que olía esa niña, como para que a esas alturas de la vida yo haya podido detallarlo. K mi niña, si estás leyendo esto ahora, yo se que te parecerá raro, nunca te lo mencioné cuando hablé contigo ahora que nos encontramos, pero si te lo llegué a decir varias veces cuando eramos niños y jugábamos solos. Supongo que es algo que no puedes recordar y la verdad sea dicha, me pareció un poco incómodo y me dió hasta pena confesarte algo así ahora. Sólo te diré que es algo que aún conservas.


Con esas cinco cosas, les resumo a los otros lectores mi primera década con K y de mi vida al fin, o mejor dicho, lo que mi memoria a largo plazo decidió conservar. Ahora les contaré el término de esa década, más lo que pasó en la segunda. Cuando cumplimos 9 años aproximadamente, el papá de K consiguió trabajo en el interior del país y su familia decidió mudarse para allá. Para colmo de males, si mal no recuerdo, por alguna razón estúpida que sinceramente no puedo (y no quiero) recordar, ella y yo para esas fechas no estábamos tan juntos como antes. A finales de los 90 y comienzos del milenio, el internet era una cosa incipiente en el país y los celulares ni siquiera empezaban a caber en el bolsillo. Ella se fue dejándome sólo con unas cuántas fotos y un océano de recuerdos.


Unos cuántos años después el internet llegó a mi casa, evolucionó y aparecieron cosas innovadoras como el correo electrónico, el MSN y más recientemente el Facebook y demás redes sociales. También perdí la cuenta de las horas que pasé buscando a mi coleccionista de Barbies a través de la web, sin éxito. Como anécdota curiosa, cuando la busqué en Facebook por primera vez (esto como 8 años después de que ella se fuera), encontré a una chica con su mismo nombre y apellido con una foto donde definitivamente había cambiado mucho pero que conservaba un aire bastante cercano a K. Decidí escribirle y le relaté mi historia y mis esperanzas de que ella fuera mi K y no otra impostora con cabello amarillo. Su respuesta fue algo como: “=(. La verdad no soy tu vecina de la infancia ni tampoco te conozco, pero tu historia es super super linda! No te desanimes, síguela buscando y sígueme escribiendo, igual podemos ser amigos... Un beso!”. La borre al instante. Ilusa! No se como pudo pensar que se puede reemplazar algo así.


En resumen, la segunda década de mi vida pasó como la antítesis de la primera hablándose de K: totalmente apartados y sin ningun tipo de contacto o comunicación, hasta hoy. Mi casa de la infancia sigue siendo de mi familia pero la visito muy poco y generalmente en vacaciones, de resto me la paso en la ciudad. La familia de K no vendió la casa sino que la alquiló y ella solía venir con su mamá a vigilarla de vez en cuando, pero como yo me la pasaba más en Caracas nunca coincidíamos. Finalmente, las estrellas se alinearon, la energía del universo jugó a nuestro favor y se dió el azar de encontrarnos otra vez.


Ahora está gorda, fea y tiene 3 hijos. Na! Los engañé xD. Tiene los mismos ojos, la misma risa, un cabello negro de revista, como siempre lo tuvo (y a según ella jamás se lo ha teñido y la felicito por ello), delgada, esbelta, piernas largas y delgadas, con un lindo busto, una cintura... bueno, creo que dí a entender mi punto. Está hermosa (muy hermosa!) y hecha toda una mujer ;P. Desearía que se hubiera quedado más tiempo visitando, desearía haber hablado más tiempo contigo y saber qué fue de tí en esos 10 años de total alejamiento, pero sobre todo desearía que nunca te hubieras ido K, que nunca te hubieras mudado. El lector que me visita en este espacio y que saca conclusiones con tan sólo leer lo poco que pueden describir mis palabras, pensará que esto es una especie de declaración de un amor prematuro y frustrado, pero nada más lejos de la realidad. Y ahora que lo pienso la verdad no importa porque la única persona que podrá entender a cabalidad todo lo que escribo eres tú K.


Como persona siempre he pensado que algo que nunca debemos perder es nuestra niñez. Como mago, mi trabajo, mi meta y mi placer, es ilusionar y precisamente renovar en mi público esa conexión con la parte de cada uno que todavía es libre de prejuicios, que se emociona, que juega, que es capaz de creer en lo imposible y de divertirse sin pensar en lo que sucederá después. Es eso lo que tú representas para mi K y es la razón por la cual siempre serás un símbolo y un estímulo para poder conectarme con mi niño interior, una marca que jamás se borrará de mi más profundo ser, la musa más importante de este artista.


Comenzar este año con tu reencuentro sólo lo puedo tomar como un buen augurio, como una señal brillantemente motivadora y de buena suerte. No puedo dejar de pensar en lo felíz que estoy por haberte visto de nuevo, por saber que estás bien, y además darme cuenta que tras esa increíble belleza se encuentra una persona centrada, valiente, tenaz y luchadora. Nunca me había pasado algo así en toda mi vida, siento que tengo miles de cosas por decirte y todas se me atascan en la garganta y entre los dedos, pero no puedo tenerte a aquí leyendo por 10 años ni a mis demás lectores tampoco, así que escribiré un último párrafo.


Y es que estoy seguro que has vivido tanto como yo, como para darte cuenta que algo como lo que nos relaciona no se consigue todos los días y que probablemente sólo pasa una vez en toda la vida. Me pregunto si en todo este tiempo te habrás detenido alguna vez a pensar en ello. Con todo mi corazón espero que si. Cada letra aquí plasmada, aunque sean muy pocas, espero sean prueba suficiente para tí de lo especial e invaluable que siempre serás para mí. Vecina, amiga, amiga de la infancia, hermana, novia o cualquier otro título ya inventado no me servirá para describirte. Siempre serás mi K.


Ojalá que pase mucho menos de diez años para volverte a ver o para volver a saber de ti!


Tu N del otro lado de la ventana,


Néstor.


“I dont know if we each have a destiny or if we're just floating around accidentally on a breeze... but I think maybe is both, maybe both are happening at the same time. I miss you...


If there's anything you need, I won't be far away...” F.G.


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