martes, 22 de marzo de 2011

Cuando la naturaleza llama...


En una tarde lluviosa de un lunes popular, mis amigos de la universidad y yo decidimos ir al cine. Por la joda pues! La idea nació más o menos a las seis de la tarde y dado que nuestro campus queda bastante apartado de varios centros comerciales (al menos de los que tienen cines), tuvimos que conformarnos con elegir alguna película de las funciones nocturnas. Acordamos ver “Amigos con derecho” a las 9:00 pm.


Poco a poco se fue sumando más gente y a un cuarto para la hora de la película estaba yo con unos cuántos, que consideraron la idea atractiva, en la caramelería del cine. Como suele suceder cuando la generación espontánea de ideas se desarrolla en planes poco pensados, tuvimos que cambiar la película porque la otra estaba agotada o algo así. Entre mi grupo estaba una amiga que tiene una risa bastante estruendosa que llenó la sala de “El Rito” (léase película de terror moderno que ya no da tanto miedo) varias veces. Fue un tanto incómodo al principio con los “shhh!!” y los “Cállense!”, pero luego la película se dejó colar y ya a 15 minutos de que se terminara, mi organismo avisaba que era hora de deshacerse del pote de refresco que ingerí. Nada fuera de lo normal. Apreté mis esfinteres y esperé a que la película se acabara. Salí hablando con mis amigos, pero con un poco más de premura que los demás hasta el baño.


Al entrar, lo primero que encontré fue un cubículo con una poseta recién lavada, con luces de neón y un letrero imaginario que decía “Nock”. Me hice paso y mientras me encargaba del negocio, escuché algo así como la voz de un niño que entraba con su mamá. También escuché como mis amigos hablaban y se reían afuera. En un principio pensé que era por las cosas graciosas que siempre pasan durante una película, sin mencionar la particularidad del asunto con la amiga que ya les mencioné. Cuando terminé de descargarme escuché en el baño la voz de otra mujer, entonces empecé a pensar en lo peor (o en lo mejor?). Me asomé por debajo del cubículo y lo primero que encontré fueron unos tacones de leopardo que combinaban bastante bien con las carcajadas de mis amigos en la entrada del baño, luego escuché más mujeres, luego conversación de mujeres, después escuché como una entró y orinó en el cubículo de al lado. Todo un escenario para empezar a pensar.


Sólo por hacer reir más a mi grupo (y porque fue lo primero que se me ocurrió) decidí enviarle un mensaje a uno de mis amigos: “Acabo de darme cuenta que entré en el baño de mujeres xD”. Las risas no paraban y escuché clarito de mi amiga “Verga pero está tardando mucho, será que no se ha dado cuenta? JAJAJAJAJAAA” Mientras, en mi mente, recorría mis opciones: “Me espero a que salgan las mujeres? O mejor saldré de aquí como si nada? No no, no me puedo quedar aquí toda la noche...” Entonces me di cuenta de lo tragicómica que era mi situación y apoyado en la puerta de mi cubículo empecé a reirme, aguantando todo lo que podía para no carcajearme. Despues de reir por unos segundos me decidí, “No puedo quedarme aquí hasta que salgan, los demás se van a ir!”, tomé aire y como consecuencia me reí mas, abrí la puerta y miré a los lados.


Casi como en cámara lenta vi como los músculos de la cara de las 8 o 9 mujeres que estaban en el baño, pasaban a configurarse hasta lo que conocemos como sorpresa. Escuché un “Ay dios!” y algun otro murmullo de asombro/pudor. Salí espatillado de la risa hasta la puerta y ahí me esperaban mis amigos con los Blackberrys en alto para los videos y las fotos respectivas de mi triunfal Epic Fail saliendo del baño del sexo contrario. Incluso había gente desconocida para mí, y que seguramente venía de la sala, riéndose después de escuchar hablar a mis amigos.


Ahora lo importante no es lo que les acabo de contar, que es básicamente toda la verdad acerca de lo que pasó, sino lo que podría pasar después. Y no me refiero a la risa que aún conservo mientras redacto la historia y seguramente la que habrá mientras la cuente otra vez en algún futuro, sino en qué pasaría si eso me pasara otra vez. Empecé a pensar de camino al carro, cual sería la manera más épica y genial para salir de esa situación.


Se imaginan saliendo (o si eres mujer, imagíname saliendo) del cubículo con mi mejor porte de seductor victoriano y a lo Don Juan, mirar a los ojos a todas las chicas y decir: “Señoritas, muy buenas noches...” mientras me quito el sombrero y hago una reverencia que termina con una salida del baño con la barbilla bien en alto. Shit! La próxima de pana quisiera meter una cámara ahí y grabar las reacciones xD.


Es más! Imaginense esta otra: abro la puerta mientras me acomodo la correa, miro a los lados al principio con sorpresa y después con una media sonrisa y más seguridad que nervios les digo “Tranquilas chicas, ya está acomodada y funciona perfecto, sólo era la palanca que estaba floja...”


Mejor! mejor! Abrir la puerta mas bien con fuerza, con el ceño fruncido ligeramente, apuntando a la salida y con voz de castigo decir “Háganme el favor y sálganse del baño de hombres!” - “Este es el baño de mujeres”, me diría alguna, a lo que yo respondería “Mmmmm, en ese caso... esta es mi tarjeta”. Salida triunfal! La creatividad es el límite y grabar aunque sea las conversaciones que hay en un baño de mujeres, puede ser algo así como... hacer un documental!!! *se da cuenta de la trascendencia de sus ideas*


Probablemente vaya a ver alguna otra película el lunes que viene y pida un refresco huber gigante. ¿Alguien va pendiente de ver una película? Mejor aún, ¿Alguna chica va pendiente de grabar algo gracioso?


Porque cuando la naturaleza llama... ;P


Nock!

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