miércoles, 10 de noviembre de 2010

El Poder y la Habilidad para controlarlo


Un par de elementos vienen a mi mente desde mi pasado, encajando como un par de piezas de rompecabeza. La primera es una frase que leí en una carta de Magic, aunque ahora me parece un poco tonto haber gastado tanto dinero en esas cartas, me doy cuenta que muchas de ellas traían algo que me hacía pensar. Esta decía en letras pequeñas (en los "flavor texts" creo que se llaman) "Ella deseó el poder, pero no la habilidad para controlarlo", o algo parecido. La segunda cosa es una historia que leí hace algún tiempo que me fascinó no sólo por la trama, sino también por su propuesta.


La leyenda cuenta sobre un monje shaolin que un día se topó con un tigre entre la selva, quedó embelesado por su poder. A partir de aquél momento, cada tarde el monje se dedicaba a meditar sobre un combate cuerpo a cuerpo con el felino. Día tras día, en la reproducción de su mente, el monje cedía contra la fuerza y rapidez de los reflejos del animal y terminaba emergiendo de su trance.


Admirado por su grandeza el monje continuó observándolo por mucho tiempo y aún en su mente, parecía imposible llegar a vencer a tan formidable depredador de la naturaleza. Tomado de la mano con la constancia y la paciencia, poco a poco empezó a notar la estrategia que usaba el tigre. En cada trance descubría un nuevo movimiento del animal, y también empezó a descubrir maneras de aprovechar sus puntos débiles. Finalmente, logró conseguir la técnica necesaria para esquivar los zarpasos, apartarse de los colmillos, atacar y someter al tigre. El monje pudo repetir en su mente la mayor cantidad de combates posibles hasta que luego del gran intríngulis que suponía la pelea, el tigre se alejaba o se recostaba agazapado y dejaba de pelear.


Como era de proveer el destino, una tarde, tras un largo paseo por las selvas aledañas al templo, el monje se vio cara a cara con el tigre—el mismo tigre que había observado durante años, y cuyo ataque había imaginado en su mente tantas veces hasta lograr encontrar la forma de vencerlo.


El monje no se encontraba oculto entre los bambús o los matorrales de la selva, sino frente a frente con el tigre, ambos en el mismo nivel. Cada uno clavó su pupila en la del otro, observándose, como si estuvieran reconociendo a un viejo rival. El tigre se avalanzó contra le monje, dispuesto a destrozarlo. El monje, reuniéndo en su mente toda la experiencia que había adquirido después de años flotando en trance, se defendió y peleó con el tigre por unos minutos hasta que este se rindió y huyó entre la selva dejando al monje rasguñado y cansado, pero en una pieza.


El maestro shaolín, más que retirarse con un dulce sabor a victoria y con la experiencia de haber derrotado a tan formidable rival, se marchó con el entendimiento que el combate que se realiza en nuestra mente es el único combate en el que podemos salir heridos sin un rasguño, en el que podemos intentar técnicas nuevas, en el que podemos tomarnos todo el tiempo del mundo para observar los movimientos, las respuestas de la otra persona, y al mismo tiempo responder a su respuesta.


Mucha gente guarda (mental o físicamente) una lista con las cosas que quiere hacer antes de morir. En mi lista, una de esas cosas es irme a meditar a un templo en alguna montaña en el fin del mundo por uno año o dos. Desde niño me ha fascinado la idea de alejarme y sentarme a recorrer mi propia mente y alimentar mi espíritu como lo harán los pacíficos monjes de esos foráneos parajes que son — ¿en mi mente? — paradisíacos, libres de todas las ataduras y complicaciones del mundo moderno que nos rodea.


Y es en este mundo donde se me hace más evidente la enseñanza de esta historia que no puedo evitar relacionar con la frase que dije al principio. Más de una vez me he encontrado con personas que obstinada e inútilmente encapsulan su vida en círculos viciosos que sólo llevan al fracaso. Como aquella compañera que después de largas horas de problemas, incontables resmas de papel y numerosas guías de ejercicios continúa reprobando por enésima vez el mismo parcial. O peor aún, lo pasa a la 6ta vez, pero cae en el mismo patrón en la siguiente materia.


Como dice la cita "[ella/el] quería el poder, pero no la habilidad para controlarlo", una cosa es preparase para resolver los ejercicios y obtener el poder o las herramientas para resolverlos, pero otra muy diferente es preparase para el examen y tener la habilidad  necesaria para concentrarte y evitar bloquearte a la mitad.


¿Cuál es el propósito de darle vueltas por largas horas al facebook de Clarita, de hablar con tu amigo en común con ella y recaudar toda la información que puedes acerca de la chica si al final se te va a trancar la lengua cuando la llames para concretar una cita? ¿Para qué desvelarte por días, haciendo una presentación para adquirir un trabajo, si el día que tienes que entregarla te vas a quedar dormido, te vas a enfermar o por tu cansancio mental terminas diciendo las palabras incorrectas frente a la situación que sí merecía que estuvieras ahí con todo tu ser?


La clave es, ¿De qué manera vas a tomar los conocimientos que aprendes a través del estudio, y los vas a llevar a ese lugar de tu subconsciente responsable de hacer que lo que sabes no sea parte de un estante en tu mente, sino un componente activo de quien eres en realidad?


¿Cómo vas a equilibrar el poder con la habilidad para controlarlo? 


En el caso de mi compañera, la habilidad para mantenerse concentrada y segura de los conocimientos que tiene y usarlos creativamente en función de las preguntas que le proponen. Entender el parcial como un todo, qué conocimiento te están evaluando, qué partes del parcial tienen más puntos y cuáles son las preguntas más fáciles. Observar detenidamente qué pregunta no es más que una repetición de un ejercicio que ya hiciste y cuáles otras están encaminadas a que abstraigas tus conocimientos y los combines para crear una estrategia de solución; reflexionar cómo vas a formular la pregunta que podrías hacerle al profesor para extraer algún dato que te ayude a resolver un ejercicio e incluso darte cuenta que, de vez en cuando, deberías darle a tu mente un respiro en mitad del parcial y pensar en cualquier cosa que no tenga que ver con él (yo suelo pensar en lo siguiente que escribiré en el blog.. o en qué le diría a Jessica Alba si entrara por la puerta en ese momento ;P).


En el caso del chico enamorado, cómo vas a lograr que en la interacción pases de ser "el amigo de el amigo de ella" a ser el componente orgánico que hace que la relación que van a tener sea algo normal, tomar todo aquello que la mujer ofrece como un punto de partida hacia buenos sentimientos, hacia un entendimiento de su persona que nos permite abrir la parte de ella que dice “Sí, sedúceme…”, que sea algo que ambos puedan recordar con cariño, no con remordimiento, con la presión de tener que montar un show en el teléfono.


En el caso del trabajo, estudiar detenidamente los requerimientos de quién te emplea, investigar quién te entrevistará y qué cosas están buscando más allá de lo que menciona el perfil, porque como tú van a haber 1214290482112489124,5 personas más (si! "el 0,5 personas más" cuenta! hasta gente picada por la mitad va a haber) con un curriculum parecido al tuyo. Qué cosas tienes tú como individuo que aportar y cómo vas a presentarte ese día para que se den cuenta que tú eres una persona especial que deben mantener con ellos. Todos somos especiales de una manera diferente, esa es la definición de especial. Cómo mostrarás eso el día de la presentación y la habilidad  para venderte a tí mismo es lo que te conseguirán ese trabajo.


Es lo que la historia del monje me permite extrapolar. La habilidad para controlar nuestra propia mente y flexibilizar nuestras respuestas. De nada vale tener todas las herramientas  (que también son necesarias) si luego falquearás al momento de usarlas. De nada vale que el monje malgastara horas de su tiempo alzando pesas para contrarrestar la fuerza del tigre, si a la hora de encontrárselo, su mente, su subconciente, iba a carecer de la agudeza necesaria para prevenir todas (o por lo menos la mayoría) de las posibles respuestas del felino durante la batalla. Fue esta habilidad para observar a su rival y prepararse orgánicamente lo que le brindó la victoria.


Cosas para pensar. Como bien decía la persona que me contó esta historia, te deseo que con el tiempo puedas caminar como el monje, sabiendo que has ensayado en tu mente lo suficiente, con la sabiduría y el entendimiento que cualquier cosa que puedas encontrar en la selva que nos ha tocado vivir sólo puede hacer que tu fortaleza espiritual se haga cada vez más flexible—ese es el verdadero poder.


Nock!